Una experiencia extrema sería aquella que amenaza la integridad física o psicológica de una persona. Esto incluye una gran variedad de situaciones, desde un accidente de tráfico, hasta la pérdida de un ser querido ya sea por una enfermedad o en el curso de una guerra. Una característica básica de estas situaciones es el impacto psicológico que pueden producir; ya que hacen que nos replanteemos características centrales de nuestra identidad, la manera en la que vemos el mundo y nuestra manera de vincularnos a los demás. En muchas ocasiones, estas experiencias pueden tener consecuencias para nuestra salud física y mental.
Estas situaciones son capaces de poner en entredicho nuestros pilares básicos, ya que nos confrontan directamente con el horror y con la pérdida, real o posible, de personas a las que queremos o incluso nuestra propia vida. El recuerdo de la experiencia es en ocasiones muy doloroso, nos puede hacer experimentar un gran sentimiento de vulnerabilidad y es frecuente (y en buena medida real) la sensación de que nadie que no haya pasado por esta experiencia puede comprender. Incluso podemos sentirnos culpables por pensar que pudimos hacer algo por evitarlo.
En el caso de situaciones vividas por un colectivo, como catástrofes naturales o conflictos armados, estaríamos hablando de un proceso en el que las maneras de percibir la vida y las relaciones cambian, pudiendo dar lugar a situaciones tanto de unión como de conflicto entre los miembros del colectivo afectado. Los efectos del terrorismo o de un huracán no son tan diferentes en tanto combinan factores sociales, políticos, económicos y humanos que afectan a toda la colectividad.
La experiencia extrema más frecuente en el pequeño grupo de los países económicamente desarrollados son los accidentes de tráfico y las enfermedades graves que amenazan la vida, como el cáncer. El maltrato a la mujer –que es ya la primera causa de mortalidad en mujeres entre los 17 y 30 años en países como España o Francia -, les sigue. En el resto del mundo, es decir, en la gran mayoría de la humanidad, los hechos traumáticos tienen que ver con catástrofes, con violencia estructural y pobreza, con sequía, con agresiones, cárcel, tortura, desaparición forzada y la combinación de SIDA, pobreza y hambre. Junto a la violencia doméstica –que es universal -, esa es la cotidianeidad aún de los hechos extremos.
Aunque haya gran diferencia en la forma de estas experiencias y el impacto, las consecuencias de un accidente de tráfico tienen tanto de enfrentar el absurdo y el azar de la vida como ser bombardeado por haber nacido en Iraq. Aunque como es evidente nuestra cultura e influencias sociales influyen de manera determinante en como manifestamos el impacto de las experiencias, pensemos en las diferentes maneras de enfrentar la violencia de género en diferentes épocas o países.